ORÁCULO
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ORÁCULO

Respuestas para los que buscan consejo.

«Sólo quien pregunta no pierde el camino.» En la vida es de suma importancia elegir el camino «correcto». El oráculo, como otras muchas formas de adivinación, es considerado de gran ayuda. La adivinación ha desempañado siempre, para todos los pueblos j en todas las épocas, un papel importante a la hora de resolver problemas; incluso en África no existe ninguna sociedad que no conozca como mínimo una de estas técnicas, que por lo general suelen ser varias.

Un requisito básico para la adivinación es el convencimiento de que entre el hombre, el medio y el cosmos existe una relación estrecha, de forma que cualquier alteración en uno de estos campos produce cambios visibles o detectables en los restantes. Estos impulsos pueden ser hechos que desatan enfermedades, o también preguntas dirigidas a los antepasados y a las divinidades, y de las que puede obtenerse una respuesta a través de unos determinados signos o indicios.

La adivinación ofrece ayuda en casos de incertidumbre, duda o indecisión. Sus técnicas y métodos son extraordinariamente variados; cada sociedad dispone de su propio «sistema de signos» o de incluso más, entre los cuales es posible que uno de ellos ocupe un rango especial (como ocurre con el Ifa de los yoruba). Algunos sistemas se han extendido por amplias zonas, y han sido adaptados poco a poco por los vecinos. Desde un punto de vista científico podríamos distinguir entre formas de adivinación «inductivas» («artificiales» o «técnicas») y formas «intuitivas» o «naturales». Las primeras se basan en la observación de signos (omina), las últimas en la inspiración que pueden tener personas privilegiadas (por ejemplo, sacerdotes o médiums) en ciertas ocasiones.

El oráculo pertenece a los métodos de adivinación «experimentales-inductivos», y con él se espera obtener respuestas concretas a preguntas también precisas. Esto puede llevarse a cabo mediante formas mecánicas (por ejemplo, lanzando objetos) o bien por medios animales (en África occidental se prefieran los ratones y los zorros).

La adivinación no es ningún procedimiento mecánico, sino una especie de conversación intensa, mediata o inmediata con los antepasados, espíritus o dioses. Por lo general, el adivino conoce las tensiones y problemas de su comunidad, y con ello puede plantear las preguntas al oráculo. Durante la sesión pide al que busca consejo que hable sobre sus angustias, preocupaciones, miedos, sufrimientos o humillaciones.

A continuación le va nombrando caminos para liberarse de sus aprietos. En cualquier caso, él intenta siempre hacer hablar al cliente —con huesos, piedras, semillas u otros medios de la consulta al oráculo- de una forma algo parecida a cómo hacen los psicoterapeutas en las sociedades occidentales. Su tarea consiste en Una primera prueba de su capacidad es llegar a establecer un diagnóstico, identificar el problema y adivinar el motivo de la visita de su cliente y cuanto su(s) causa(s), y mostrar posibles soluciones más rápido lo logra, más confirma su reputación. Viables.

El ratón es un animal típico de los oráculos en África occidental debido a algunos parecidos con el hombre: también se alimenta de cereales, dispersa sus restos de comida y es además muy fecundo, un signo de bendición. Por este motivo es considerado muy propicio para las adivinaciones. Para ello se procede a interpretar sus huellas, o bien se lo coloca en una calabaza o marmita para comprobar a continuación de qué forma ha alterado el orden del contenido. Para provocarlo, el adivino kirdi toca un violín de una sola cuerda.