El jefe de una nación tenía que tener algún don especial además de proceder de un linaje atávico, tenía que ser un riguroso defensor de los tabúes y tradición, lo que le otorgaba poder moral entre sus coetáneos. Bajo una aureola mística gobernaba con el voto de la comunidad y la imprescindible aceptación de los antepasados, quienes mediante el nganga (sacerdote tradicional) expresaban su conformidad con la elección del candidato y con ello se aseguraba de que quien gobernaba contaba con el favor de las “fuerzas telúricas” que propiciaban el bienestar de la comunidad. El gobernante ejercía su función con la máxima de defender el interés común y garantizar el respeto y cumplimiento cabal de las tradiciones. En la mayoría de los casos son aún sociedades matriarcales dirigidas por un “jefe supremo”, cargo que no entra en contradicción con el reconocido liderazgo de la matriarca en el ámbito familiar y económico.
Se estima que los Bakongo ya en el siglo XIII eran una sociedad que contaban con estructuras socioeconómicas y políticas definidas por sus leyes tradicionales, para esa época ya habían entrado en contacto con árabes musulmanes, obviamente más desarrollados. Cuando llegan los portugueses a sus costas, esta sociedad ya avanzaban hacia modelos de producción masivos, dejando la economía de subsistencia y la ganadería doméstica para constituir fuentes de riquezas con excedentes de producción que incrementaban el intercambio comercial con las Naciones vecinas y las rutas comerciales que tenías su paso tanto por el lado atlántico como por el oeste de sus territorios, en tierras Yaka y Teke, lo cual había propiciado la existencia de unos territorios prósperos con familias dominantes quienes en la mayoría de los casos eran los gobernantes. Entre las tres naciones Bakongo, el de Ngoio, el Loango y el Kakongo establecieron una especie de dependencia o protectorado de este último donde predominaba siempre un jefe supremo el Manikongo. Los Bakongo poseían amplios conocimientos en el tratamiento del hierro, el bronce y el cobre, aspecto determinante para realizar con efectividad su proceso de expansión por la selva tropical de la Mayombe y para que paulatinamente se transformaran de nómadas a sedentarios, poseían una moneda denominada nzimbu (conchas de un especial molusco, recogidos en la isla de Luanda) lo que fue el inicio de la creación de grandes centros de poder político, económicos y culturales, los cuales a la llegada de los europeos colonizadores estos definieron como ”reino”, es el caso del Manikongo, que se define como la agrupación de numerosas naciones de origen Kongo dependientes y tributantes de un soberano. En esta nación la esclavitud ya era conocida, pero tenía un carácter más de servilismo y sometimiento, simplemente por ser el rol social de individuos de determinadas castas consideraras de menor rango, que un carácter meramente comercial, eso lo aprendió el Bakongo del europeo. Aunque hay que aclarar que los primeros “traficantes de esclavos” fueron soberanos regionales Kongo que comerciaron con los portugueses, vendiendo pequeñas cantidades de prisioneros de guerras tribales u otros pertenecientes a etnias enemigas o simplemente considerados “seres inferiores”.