Diccionario de bantuismos en el español de Cuba: reseña de un mal proceder etimológico
Jesús Fuentes Guerra
UNEAC, Cienfuegos
Hunc vulgus catum a captura vocat, alii dicunt quod captat, id est, videt.
“El vulgo lo llama gato (catum) de captura, otros dicen que capta, esto es, ve”.Isidoro de Sevilla
San Isidoro de Sevilla (Cartagena? c. 560 – Sevilla, 4 de abril de 636), obispo, teólogo, cronista, compilador y santo hispanorromano de la época visigoda fue un autor prolífico; escribió tratados filosóficos, lingüísticos e históricos. Su obra más conocida es Etimologías (hacia 634), monumental enciclopedia que refleja la evolución del conocimiento desde la antigüedad pagana y cristiana hasta el siglo VII. Como se puede apreciar en el epígrafe citado supra, ya desde esa época eran conocidos los procedimientos de la etimología popular la cual opera mediante cambios fonéticos esporádicos que no obedecen a una regla determinada. Isidoro de Sevilla trató de explicar el origen de la palabra catus, ‘gato’, porque el gato “capta” y “captura” (los ratones). En el texto que reseño a continuación el lector podrá hallar infinidad de ejemplos de este arcaico procedimiento de etimología popular, denominado posteriormente (en 1954) “analogía verbal” (de verbum ‘palabra’) por el lingüista francés Joseph Vendryes (1875-1960).
Nunca he hecho una reseña en sentido negativo. No me resulta grato valorar un texto incidiendo en sus defectos y no teniendo en cuenta sus virtudes. Pero al leer este Diccionario… de las profesoras villaclareñas Gema Valdés Acosta y Myddri Leyva Escobar, no me queda más remedio que “sacar la cara” por la afrocubanía y poner algunos puntos sobre las íes en aras de defender, en última instancia, un enfoque verdaderamente científico en los estudios afro-hispanos tan llenos de especulación y superficialidad. El gran problema que presenta este Diccionario… es que desconcierta al especialista, y, el lector común, al enfrentarse a él, simplemente, no entiende nada. Aquí expongo las razones.
- Descontextualización
Las autoras no definen claramente qué es un idioma bantú o qué entienden ellas por lenguas bantúes. Hacen sólo una alusión muy vaga a “extendidas desde Camerún hasta Sudáfrica”. Parece que las profesoras no tienen en cuenta que en esa extensión territorial tan imprecisa se hablan lenguas de la familia adamawa-ubangiana, bantoides, nilóticas, cushíticas, chádicas, khoi-san, criollas portuguesas, criollas inglesas, fanagalo y las indoeuropeas: español, francés, inglés, portugués y afrikáans.
[Una aproximación al lector más exacta sería, inter alia: El término bantú se refiere a cualquier individuo perteneciente a los más de 400 grupos étnicos (Lewis [2009] trae una cifra exacta: 505 idiomas bantúes, subdivididos en 90 grupos) de pueblos melanoafricanos que hablan lenguas bantúes que viven al sur de una línea que va desde Duala (Camerún) hasta la desembocadura del Yuba (Somalia). No comprenden un tipo racial ni una cultura uniformes. Sus creencias son animistas, salvo las de aquellos grupos cristianizados o islamizados. Históricamente el complejo lingüístico-cultural bantú procede de una expansión durante el primer milenio de nuestra era, etcétera][1]
Debió presentarse la carta lingüística de las diferentes Zonas de lenguas bantúes según Guthrie para ubicar mejor al lector en su objeto de estudio (ver anexo). Ese mapa se puede bajar de Internet libremente. Al mismo tiempo se hacía imprescindible haber mencionado (por lo menos) el nombre de los 26 países en que se hablan lenguas bantúes (aquí incluyo a Mayotte, Departamento de Ultramar de Francia) y la cantidad de habitantes aproximada (más de 200 millones) que hablan esas lenguas.
En lugar de hacer lo que he apuntado arriba, las profesoras confunden aún más al que se acerque a su libro cuando apuntan: “se incluyen dos tablas anexas que listan los prefijos del protobantú y de las lenguas bantúes” (pág. 16).[2] Y entonces en la supuesta lista “de las lenguas bantúes”, aparecen solamente seis idiomas: kikóongo, kimbundu, umbundu, kwanyama y chokwe. El no avezado lector, por supuesto, va a pensar que sólo existen esos seis idiomas. Sin saber que solamente en Angola donde se hablan los de la lista, existen 34 lenguas bantúes correspondientes a las ZonasH10, H20, H30; R10, R20, R30; K10, K30; L10, L50 (según la clasificación de Malcolm Guthrie 1967/71) y 4 de la familia khoisan. Un elemento que contribuye a crear la confusión, es el desconcertante subtítulo Lenguas bantúessobre el listado de la página 156.
- ¿Qué entienden las autoras por bantuismos?
Aquí hay otro problema bastante serio. Las investigadoras en ningún momento declaran, revelan o explican por qué razón seleccionaron seis diccionarios del kikongo y/o sus modalidades dialectales, y dos antiquísimas obras (la de Gelensis y la Stapleton) para, supuestamente, etimologizar su material léxico. ¿A qué criterio responde esta elección de obras lexicográficas de lenguas africanas? ¿Por qué diccionarios del kikongo, y no del kiswahili, del chishona, del isindebele, del sizulu, del sesotho, del lingala, del kiteke, etcétera?
Las escritoras también les crean otras grandes dudas a los lectores. ¿Dónde está el étimo o el cognado? Por qué de las 263 papeletas, aparecen entre paréntesis las palabras (digo las palabras porque un lector común no sabe qué cosa es eso: kikóongo con tilde y dos oes en 71 entradas; y kikongo con una sola o y sin tilde en 5 entradas y el topónimo luango en 3 entradas). ¿Y qué pasa con las demás lexías? 185 voces donde no se declara explícitamente su procedencia idiomática. ¿Hay alguna diferencia entre kikongo y kikóongo? ¿Por qué luango y no tsivili, que es lo correcto?
Considero que para determinar el origen kikongo de los “remanentes” (en caso de que esa sea su oriundez) basta con recurrir a los diccionarios de Laman y Swartenbroeckx, aunque la lingüística sola no alcanza a definir esta problemática. El texto de Harry Johnston (excesivamente consultado por las investigadoras) es idóneo para anonadar al lector con sus extrañas transcripciones [empwkasa, n-kombw, n-dwki, n-qwma, n-kew, n-suñga, n-twtw, etcétera; parecen transcripciones de una lengua extraterrestre, y no de un idioma bantú]. Johnston no resulta práctico para aportar una etimología confiable, ni aporta nada, simplemente enreda más la pita.
Y volviendo a los bantuismos, ¿cuál es la razón para considerar, por ejemplo, el étimo o el cognado de embuá (pág. 60)‘perro’ como kikóongo, si en kiswahili, chishona, isindebele, sizulu, tshivenda, etcétera mbwa significa “perro”? Lo mismo ocurre con emboma, cuto, entú, moana, y un montón de palabras más. Esa oriundez kikóongo (o kikongo) hay que explicarla tomando como base un contexto o referente etno-histórico, que las profesoras no aportan (ver Fuentes Guerra, 2001 y 2012 y Fuentes/ Schwegler 2005). ¿Por qué kikongo y no otra(s) lengua(s)? El lector no es adivino.
- Sobre el segundo bloque (Remanentes en el español de Cuba…)
El segundo bloque también es problemático.[3] Creo que no resulta pertinente tomar como referencia lexicográfica el disparatado texto de Teodoro Díaz Fabelo (1996) Solamente citarlo es una falta de seriedad (una valoración crítica de este libro aparece en Fuente Guerra, 2002: 119-153). Tampoco considero que aporte algo al Diccionario…el Glosario de afronegrismo de Fernando Ortiz, donde abundan los desaciertos lingüísticos con un alto nivel de desactualización.
Sin embargo, hay obras que deben ser atendidas, pero las autoras simplemente las ignoran. Entre ellas:
Bolívar, Natalia/ Carmen González (1998): Ta Makuende Yaya y las Regla de Palo Monte. [“Glosario”, anexo]. La Habana: Ediciones Unión.
García González, José (1973): “Remanentes lingüísticos musundis: un estudio descriptivo”. Islas 44:193-246.
Millet, José (1996): “Vocabulario mínimo del palero”. Glosario mágico religioso cubano (págs. 91-117). Barquisimeto, Venezuela: Ediciones Gaby/Casa del Caribe
Primus-Rojas, Constanza (2009): “Glosario etimológico de africanismos en la lengua ritual Palo Monte”. Lengua ritual sincretismo. Dinámica de hibridez en el discurso mágico-religioso Palo Monte. Saarbrücken: VDM Verlag Dr. Müller.
Fuentes Guerra, Jesús (2006): Lydia Cabrera y la bantuidad lingüística. Cienfuegos: Ediciones Mecenas.
Descuido y falta de rigor es no consignar en este segundo bloque las etimologías o traducciones hechas (anteriormente) por otros lingüistas y etnólogos a los vocablos en cuestión que las profesoras abordan. Y esto ocurre a pesar de que en el punto cinco del epígrafe Palabras a los lectores se informa lo siguiente: “el primero refiere el dato según lo registran obras sobre lenguas africanas; y el segundo lo recogen obras que se ocupan de remanentes africanos en el español de Cuba o general”.
Pero, ¿qué ocurre aquí? Muchas omisiones. Se obvian a otros colegas que ya han descifrado la procedencia de la entrada específica. O, mejor dicho, como más frecuente ocurre, se escogen algunos autores al azar y se soslayan otros. Eso pudiera considerarse como un irrespeto. Ejemplos:
anene
[Aparece: GB: 35. Se obvian: JF: 56, Bolívar, Natalia/ Carmen González: 150] (pág. 34).
bafiote
[Aparecen: FOA, GB, KB y TD. Se ignoran: JF: 56, LCV: 108, Bolívar, Natalia/ Carmen González: 151, Millet, José: 94] (pág. 35).
embasimene
[Aparece: TD. Se soslayan: LCV: 98, JF: 56, García González, José: 237, Bolívar, Natalia/ Carmen González: 163] (pág. 57).
embaso
[Aparece: TD. Se excluyen: JF: 57, LCV: 40, García González, José: 232] (pág. 58).
embolo
[Aparece: TD. No se tienen en cuenta: LCV: 117, JF: 58, García González, José: 231] (pág. 59).
La mayoría de las entradas del Diccionario de Valdés Acosta y Leyva Escobar ya habían sido etimologizadas (anteriormente) por JF, FS, LCV, y muchas de ellas también por Bolívar, Natalia/ Carmen González (1998)y por García González, José (1973), pero las lingüistas simplemente los ignoran. Sin embargo, en un gran por ciento de las voces aparece citada las papeletas de TD. Es decir, que las autoras evidencian un favoritismo hacia un autor cuyo texto está permeado por una infinidad de dislates etnográficos y excluyen a autoridades en la materia que ellas abordan, o por lo menos, a textos cuyo valor científico es indiscutible.
[Según el procedimiento de abreviaturas que usan las autoras TD es Teodoro Díaz Fabelo; JF, Jesús Fuentes Guerra; FS, Fuentes Guerra, Jesús/ Armin Schwegler; LCV, Lydia Cabrera: Vocabulario congo…; GB, González/ Baudry; KB, Kely Barreto; FOA, Fernando Ortiz: La africanía…, KL, Karl Laman; PS, Pierre Swartenbroeckx, et al. Véase Bibliografía]
- Etimologías abracadabrantes
La profesora brasileña Geralda de Lima Vitor Angenot publica una comunicación oral (2009: 9-14) donde estudia los procedimientos etimológicos fallidos que han aplicado diferentes autores (Renato Mendonça, Carlos Vogt / Peter Fry, Yêda Pessoa de Castro). Para ello se basa en un concepto muy simple: los investigadores violan los procesos universales del lenguaje, es decir las motivaciones articulatorias (fonético-fonológicas) que posibilitan una propuesta plausible para determinar un étimo o cognado. Los investigadores arriba citados no dilucidan el proceso de transición de una lexía bantú (en este caso kikongo) hacia su resultado afrobrasileño.
Lo mismo ocurre con los bantuismos en el Diccionario… de Valdés Acosta y Leyva Escobar. Estas investigadoras no aplican de forma sistemática los principios puntuales de la fonética histórica, donde la regularidad de cambios articulatorios forma la base del concepto de etimologías o cognados aceptables o posibles.
El lector no es adivino. Es imprescindible explicarle mediante cuáles leyes o procedimientos fonético-fonológicos hacen posible que, por ejemplo, emboba (pág. 59) se deriva del kik. vova; ensimbo (pág. 77) proviene del kik. nzimbu, infía de kik. mvia, etcétera. En Fuentes Guerra (2001), (2006) y (2012) y en Valdés Acosta (2002) se dilucidan cómo funcionan estas leyes. Ellas son de cuatro tipos: (a) epéntesis de vocal ante grupo consonántico nasal (aumento vocálico), (b) pérdida de nasalidad, (c) pérdida de sonoridad y (d) cambio de timbre vocálico en posición final. En el Diccionario de bantuismos… no se aclara o dilucida esta cuestión. Pero ocurren otros problemas más serios que resultan inexplicables:
- Son antinaturales (no plausibles) desde el punto de vista de las leyes del cambio fonético las siguientes correspondencias etimológicas propuestas en el Diccionario…:
diansila: lagartija del kik. ndyangila [se violan los procedimientos de la regularidad para los cambios articulatorios al hacer derivar el segmento nsila de ngila]. (pág. 56)
enchila: corazón<kik. ntima [ntm no puede evolucionar a nchl] (pág. 64)
enduoma: pelea, bronca <kik. ndwana [el segmento dwan no puede dar duom] (pág. 68)
Enquita: deidad conga, fuerza del mal [falsa información]; no puede derivarse de kik. kitu y mucho menos de kik. mu-lagiri (pág. 75). El étimo correcto es <kik. nkita ‘espíritu-fetiche’ (PS: 446).
gandinga: entraña de los animales <kik. ma-ndiga [el prefijo kik. ma- no puede resultar en ga-]. (pág. 87)
mana: acabar; no puede derivarse del kik. mona (págs. 101-102).
diansila: lagartija del kik. ndyangila [se violan los procedimientos de la regularidad para los cambios articulatorios al hacer derivar el segmento nsila de ngila]. (pág. 56)
- Etimologías incompletas
Las autoras, en muchas papeletas, se limitan a etimologizar (o buscar su equivalencia en algunas de las obras lexicográficas africanas) una parte o segmento de determinados (supuestos) bantuismos, pero no ofrecen un origen de la otra parte:
anene: grande; <kik. nene ‘grande’. [¿Y la a de dónde procede? ¿Vocal epentética no etimológica o residuo gramatical?] (pág. 34).
bacanquise: acto de entrega de los fundamentos de la Religión Palo Monte a sus iniciados; <kik. baka ‘recibir’. [¿Y de dónde proviene nquisi?] (pág. 35).
bembelanga: ref. a animales y personas muy inquietos; <kik. bembele bembele ‘inestable’. [Quizás bembesea una parte de la glosolalia palera, ¿pero de dónde sale langa?] (pág. 37).
buasamputu: ref. a personas; altivo, orgulloso, que se siente superior; <kik. mputu ‘extranjero, portugués, europeo’. [Para Buasa se obvia su etimologización.](pág. 41).
concuame: comadre; <kik. ngwami ‘mi madre’ [Pudiera justificarse que el segmento cuame se derive de ngwami, pero ¿de dónde sale co?] (pág. 50)
- Caos etimológico[4]
Este extraño método consiste en buscar etimologías mediante una selección caótica en las obras lexicográficas que las investigadoras tienen a mano, sin tener en cuenta la semántica o la estructura articulatoria del remanente. Veamos este caso curioso:
boma: s. relig-cult.: miedo (ver emboma)
KL: 534 Boma: capital del Congo Belga / KL: mboma: boa / LC: 52 bóoma: ansiedad, agitación, miedo / PS: 23 bómá: miedo, temor, recelo.
GB: 36 boma: miedo / TD: 24 boma: miedo.
En el primer bloque, la primera acepción de KL traduce Boma como capital del Congo Belga. El pobre lector se preguntará: ¿Le volvieron a poner a la República Democrática del Congo uno de sus antiguos nombres? Por supuesto, las lingüistas confunden por dar una versión descontextualizada. [Aquí se debió explicar: Boma es una ciudad portuaria de la República Democrática del Congo, situada en el Bajo Congo. En 2004 tenía una población estimada de 171.552 habitantes.Fue la capital del Estado Libre del Congo desde el 1 de mayo de 1886, y continuó siendo la capital del Congo Belga hasta 1926, año en que la capitalidad fue trasladada a Léopoldville, actual Kinshasa. Provista de puerto y estación de ferrocarril, Boma exporta madera, bananas, cacao y productos de palma].
En la segunda acepción aparece de nuevo KL, y esta vez traduce a mboma como “boa”. Y en la tercera y la cuarta surgen otros lexicólogos con la traducción de boma = miedo, temor, etcétera.
Ante estos enredos, ¿qué pensará el lector? ¿Qué tiene que ver “miedo” con la capital del Congo Belga? ¿Y para qué recurrir a la palabra mboma = boa, si realmente en kikongo existe el término bàmá (PS: 23)[5] con el significado de “miedo”?
(d) Etimologías imposibles
Poco verosímiles son algunas propuestas etimológicas de las profesoras Valdés Acosta y Leyva Escobar cuando intentan ofrecer étimos kikongo a determinados bantuismos cubanos que presentan una lejanía (entre el cognado y el supuesto bantuísmo) bastante considerable, articulatoria en unos casos, semántica en otros, e incluso ambos problemas en una misma lexía. Ejemplos:
cachimba: pipa para fumar; <kik. kasikyamuta ‘pipa de fumar tabaco’ [no hay regularidad articulatoria alguna que justifique esta etimología] (pág. 43)
cangoma: bibijagua; <kik. kanga ‘bibijagua’ [con excepción del segmento ka, lo demás nada tiene que ver] (pág. 47).
cañengo: hombre muy viejo; <kik. ba-nunuka ‘hombre anciano’ / <kik. nunu ‘viejo’ [ninguna de las dos propuestas se acerca desde el punto fonético-articulatorio a cañengo] (pág. 47).
changüí: tipo de baile; <kik. sanga ‘bailar’ [la propuesta etimológica no es plausible por la distancia fonético-articulatorio entre ambas lexías] (pág. 49).
cunayanga: baile de procedencia bantú; <kik. nkuna ‘ancestro’; <kik. nyanga ‘afluir; aplastado como un puré’ [¿Dónde está aquí la relación semántica? ¿Un tipo de baile es un ancestro que afluye aplastado como un puré? Sobra cualquier otro comentario] (pág. 54)
funche: comida hecha de maíz molido, agua y manteca; <kik fundika ‘sentir olor a comida’ [la distancia fonética entre ambos términos es evidente y la propuesta semántica también resulta poco verosímil] (pág. 86).
mayombe: ¿porqué poner como étimo de esta voz la versión de HJ ki-nyumba ‘diablo espíritu fantasma’? [No hay regularidad articulatoria alguna que justifique esta etimología, ni tampoco existe relación semántica entre mayombe (Mayombe), que, en el Bajo Congo es un topónimo, y en Cuba, una variante religiosa del Palo Monte; Mayombe es también entre los bakongo ‘título honorífico que recibían antiguamente los gobernadores’ (Swartenbroeckx, 1973: 310) nada que ver con diablo ni fantasma] (pág. 106).
quisondi: sexo femenino; <kik. ndini ‘las partes de la mujer’; <kik. ndindi ‘clítoris’ [la distancia fonética entre el bantuismo y el étimo kikongo es alarmante para hacer semejante propuesta etimológica] (págs. 123-124)
yimbi: iniciado en el sistema religioso de Palo Mayombe [falsa información, yimbi es para los paleros ‘espíritu del monte’]; <kik. nkimba ‘sociedad secreta’ [la propuesta etimológica no convence. La Regla de Palo Monte Mayombe no es una sociedad secreta y la distancia fonética entre la voz kikongo y el supuesto resultado afrocubano es abismal] (pág. 139).
zombi: persona atontada. [Esta voz penetra en el reservorio del español coloquial a través del vudú haitiano, sistema de creencias de origen adja-fon o gbe. Sus prácticas originales se llevan a cabo en Benin, Togo, Ghana y sudoeste de Nigeria. Zombi es uno de los loas de la familia Gèdè (los genios del umbral)[6]. El DRAE lo registra con estas dos aserciones: zombi. (Voz, de origen africano occidental). m. Persona que se supone muerta y que ha sido reanimada por arte de brujería, con el fin de dominar su voluntad. ||2. adj. Atontado, que se comporta como un autómata. Por lo tanto, a parte de su imposibilidad de ser derivado del kik. Nzambi ‘Ser Supremo’ desde el punto de vista fonético-articulatorio, no puede considerarse como bantuismos si se tiene en cuenta su semántica y su origen etno-cultural. Aplicando los conceptos de la glosemática, puede afirmarse que no hay presuposición recíproca entre forma de contenido y sustancia de contenido] (pág. 140).
- ¿Hipertrofia de la bantuidad o un desaguisado lingüístico?
Bajo la papeleta loso s. relig. -cult.: arroz (Oriza sativa) las profesoras apuntan:
“Esta palabra es de origen portugués, y de ahí entró al español de Cuba a través de las lenguas bantúes” (pág. 94).
El arroz es nativo del Sureste asiático y se cultiva desde hace más de 7.000 años; se han hallado pruebas de su cultivo datadas antes del año 5000 a.C. en el oriente de China, y antes del año 6000 a.C. en el norte de Tailandia. Desde el 400 a. C. se conoce en Mauritania y en esta misma época ya lo consumían los romanos. A las lenguas indoeuropeas llega el étimo de la voz “arroz” a través del mozárabe arráwz, este del árabe clásico āruz[z] o aruz[z], y este del griego ὄρυζα. Cognados de esta lexía son: riso (italiano), riz (francés), rice (inglés), Reis (alemán) rijst (holandés). Los españoles (andaluces) introducen en América el cereal y su nombre “arroz” en el siglo XVII. Por lo tanto, los bantúes, que no comían arroz, no donaron dicho término al español de Cuba.
- La glosolalia palera
Los extranjerismos ya sean anglicismos (shorts, jeans, shopping), galicismos (argot, cabaret, bulevar), germanismos (cuarzo, cobalto, blocao), arabismos (arroz, albahaca, ajedrez), helenismos (átomo, hemorragia, helio), americanismos (aguacate, caucho, canoa), africanismos (bilongo, marimba, macaco), etcétera, son vocablos o expresiones que un idioma toma de otro con la finalidad de llenar un vacío de designación comprensible a una amplia comunidad humana, o por lo menos, de constituir actos del habla cuyas intenciones comunicativas trasciendan su uso más allá al de dos o tres personas (informantes).
Los bantuismos de Valdés Acosta y Leyva Escobar, tomados de la glosolalia palera (su lingua sacra) resultan bastante conflictivos. En primer lugar, considerar extranjerismo (bantuismos) la glosolalia [del griego glosa ‘lengua’ + laleín ‘hablar’], es decir, la vocalización de un idioma existente pero desconocido al que habla o de palabras de un lenguaje místico desconocido es ya un problema bastante discutible. Y si aquí añadimos la poca información contextual sobre los datos estudiados se hace aún más difícil comprender el motivo de la inclusión de esa glosolalia. ¿Cuándo, dónde y bajo qué circunstancias las autoras recopilaron esos datos? La pregunta la formulo porque yo llevo años (más de treinta) vinculado a la Regla de Palo Monte y en el Diccionario de bantuismos… se pueden leer voces que ningún palero actualmente sabe a qué se refieren. Estas son por ejemplo, bembelanga (pág. 37), boansi (39), buluntela (42), cangoma (47), concuame (50), enduoma (68), entumbo (82), femutemu (83), lebe (93), mucando (109), muimi (110), musuá (112), quinacu (121), sangisangi (127), yimbibula (139), et al. Si la lingua sacra de los paleros la entiende un insignificante por ciento de la población cubana, la cual se manifiesta solamente en pequeñas comunidades herméticas de practicantes, y si además, muchas de esas palabras son actualmente desconocidas por los adeptos de la Regla de Palo Monte, ¿qué hacen dichas lexías en este Diccionario de bantuismos…? ¿Qué utilidad tiene su presencia en ese texto?
- Dos acercamientos etimológicos a un mismo término
Aquí mostraré al lector dos procedimientos diferentes para una la búsqueda del cognado kikongo de la voz palera chamalongo: (a) la metodología mediante “bloques” descontextualizados de Valdés Acosta y Leyva Escobar (2009) y (b) el método explicativo-contextual de Fuentes Guerra y Armin Schwegler (2005)
- Diccionario de bantuismos en el español de Cuba (pág. 48)
Chamalongo s.relig. -cult.: nombre de una deidad conga m. sistema adivinatorio del Palo Monte.
KL: 406 ma-longo: lugar alejado, arriba, en lo alto (kikóongo)/ PS: 131: kia-: prefijo que indica agente, objeto / PS: 250 longo: rito de circuncisión o de iniciación en sectas secretas / PS: 296 malongui: doctrina, lección, tratado.
FOA: 315: Chamalongo:nombre de un ser sobrenatural / TD: 42: shamalongo: barbacoa, cementerio; nombre de una orden criolla del Palo Monte.
- Lengua y rito del Palo Monte Mayombe: dioses cubanos y sus fuentes africanas (págs. 42-43)[7]
“Chamalongo. Para las consultas y para buscar autorización de la entidad que rige la nganga con el objetivo de llevar a cabo cualquier ceremonia, el palero se vale de un oráculo llamadochamalongo(Pell 2003). Por su importancia en los rituales de la Regla Conga y en el quehacer cotidiano del gangulero nos referiremos detalladamente a este instrumento de adivinación.
El chamalongo consiste en un juego de cuatro chapillas (o lascas) de semillas de coco o de siete u ocho caracoles que, divididos por la mitad, presentan un lado cóncavo y otro convexo al ser lanzados. De acuerdo con la cantidad de piezas que caigan en una u otra forma, el adivino (en este caso el nganga) sacará una letra o signo portador de un significado específico. La lectura e interpretación del oráculo orienta al palero y al consultante sobre la actividad ritual que ha de llevar a cabo.
Para el practicante cubano de la Regla de Palo, todo lo que rige su quehacer religioso se considera secreto, y por lo tanto es un “tratado”. Esto es precisamente el significado literal de chamalongo ya que esta voz se origina en el kik. kiamalongo “pequeño tratado”, término que en la provincia de Uige (actual Angola) se utilizó por los misioneros capuchinos para denominar a un catecismo, considerado éste como una “doctrina breve” de la catequesis cristiana.
La lexía chamalongo está compuesta por cha + malongo, cuyo significado primitivo era‘pequeño tratado’. En su origen, pal. cha- es un prefijo que en algunos dialectos kikongo se realiza ki o kya según Swartenbroeckx (1973: 131). kik. kya indica “diminutivo, objetos materiales, agente, profesión”. Su palatalización a cha- en chamalongo puede considerarse un fenómeno de carácter dialectal típico del kikongo y, sobre todo, de los dialectos noroccidentales kivili y kilari. En la primera modalidad dialectal, por ejemplo, nkento ‘mujer, hembra’ devienentchiento; en kilari, la misma palatalización se observa en tchula ‘rana’ (cp. kik. kiula). El segmento malongo a su vez proviene de kik. malóngi ‘enseñanza, doctrina, lección, tratado, catecismo’ (Swartenbroeckx: 296); kik. nlòngo (Swartenbroeckx: 461) es algo secreto como resulta el malongo o “tratado” para los mayomberos”.
Desde el punto de vista semántico hay varias imprecisiones (o falsas informaciones de obras lexicográficas o de algún colaborador) en el texto de Valdés Acosta y Leyva Escobar:
- Chamalongo no es el nombre de ninguna deidad conga.
- Lóngo con tono alto en la primera o es entre los bakongo el rito de circuncisión y no tiene nada que ver con el chamalongo (semillas o chapillas de adivinación) de de los paleros. Las profesoras debieron consultar nlòngo (Swartenbroeckx: 461) con tono bajo en la primera o y hubiesen estado mejor encaminadas.
- El ma-longo de Laman ‘lugar alejado, arriba, en lo alto’, está muy distante de la del valor semántico del término
- Chamalongo no es nombre de un “ser sobrenatural”, como equivocadamente apunta Fernando Ortiz.
- Shamalongo (sic.) no es ni “barbacoa” ni “cementerio” ni “nombre de una orden criolla del Palo Monte”, como incorrectamente nos informa Teodoro Díaz Fabelo.
Para comprender lo engañoso del proceder de Valdés Acosta y Leyva Escobar basta hacer el siguiente razonamiento: “La similitud entre palabras de distintas lenguas no basta para demostrar que dichos vocablos están relacionados entre sí, del mismo modo que sólo por un parecido físico no se puede determinar si dos personas tienen los mismos genes”.
- Resumen
El Diccionario de bantuismos en el español de Cuba es un texto incomprensible para el lector común, y, al mismo tiempo desconcertante para el especialista. Las razones las he reseñado supra. Aquí apunto las cinco principales
- Descontextualización de los conceptos básicos del libro (bantuismos, lenguas bantúes, kikongo / kikóongo, etcétera)
- Arbitraria selección y uso de obras lexicográficas
- Erróneos procedimientos etimológicos (típicos de la etimología asociativa o de la atracción paronímica). La semejanza de las palabras cognadas induce a menudo a traducciones erróneas, como la del inglés actually por “actualmente”, aunque lo que significa es “realmente”, o “de hecho”, o como policy que parece que significa policía, cuando en realidad significa “política”
- Recurrencia a supuestos bantuismos de la glosolalia palera desactualizados o no presentes actualmente en la lingua sacra del practicante de la Regla de Palo Monte.
- En muchos casos se viola un principio básico de la lingüística según la glosemática: no hay presuposición recíproca entre forma de contenido y sustancia de contenido.
Bibliografía
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Barreto, Kely (2002): “Estudios de algunos fenómenos lingüísticos en el vocabulario ritual de los paleros de Santa Clara” (trabajo de diploma). Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas: Santa Clara.
Bolivia, Natalia/ Carmen González Díaz de Villegas (1998): Ta Makuende Yaya y las reglas de Palo Monte (mayombe, brillumba, kimbisa, shamalongo). La Habana: Ediciones Unión.
Cabrera, Lydia (1954): El monte. Igbo finda, ewe orisha, vititinfinda (notas sobre las religiones, la magia, las supersticiones y el folklore de los negros criollos y del pueblo de Cuba). Miami: Colección del Chicherekú.
Díaz Fabelo, Teodoro (1998): Diccionario de la lengua conga residual en Cuba. Santiago de Cuba / Alcalá de Henares, Casa del Caribe / Universidad de Alcalá (Colección Africanía) / UNESCO – ORCALC.
Fuentes Guerra, Jesús (2002): Nzila ya mpika (la ruta del esclavo). Una aproximación lingüística. Cienfuegos: Ediciones Mecenas.
——————————- (2006): Lydia Cabrera y la bantuidad lingüística. Cienfuegos: Ediciones Mecenas.
Fuentes Guerra/ Armin Schwegler (2005): Lengua y ritos del Palo Monte del Palo Monte Mayombe (Dioses cubanos y sus fuentes africanas). Frankfurt am Main: Vervuert / Madrid: Iberoamericana.
Gelensis, Georgii (1928): Le plus ancien diccionaire bantu. Imprimerie J. Kuyl-Otto: Lovaina (Bélgica).
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Guthrie, Malcolm (1970): Comparative Bantu (4 tomos). Farnborough Hants (Reino Unido): Gregg International Publishers.
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Pell, Narciso (?): Tratado de boroco sarabandero.Sin lugar de publicación o casa editorial (en venta en www.folkcuba.com).
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Swartenbroeckx, Pierre (1973): Dicitionnaire kikongo et kituba-français. (Vocabulaire comparé des languages Kongo traditionnels et véhiculaires). Bandundu (República Democrática del Congo): Ceeba Publications.
Fuente: Fuentes Guerra (2012: 24-25)
Subdivisión del área bantú (zonas) según Guthrie
Habladas por más de 200 millones de personas, las lenguas bantúes constituyen una de
las familias lingüísticas más grandes de África. El número de estas lenguas es difícil de
establecer, pero los especialistas estiman que son al menos entre 400 a 500. Lewis (2009) trae una cifra exacta: 505 idiomas bantúes. El kikongo es el sustrato africano de la lingua sacra del Palo Monte. Este idioma pertenece a la zona H, en la cual se incluyen cuatro grupos de lenguas bantúes (kikongo H10, kimbundu H20, kiyaka H30 y kimbala-hunganna H40).
[1] Entre corchetes aparecerán mis aclaraciones y observaciones (generalmente discrepantes) sobre las papeletas (entradas de los bantuismos) de las autoras.
[2]Los números de las páginas entre paréntesis se corresponde con los del Diccionario de bantuismos en el español de Cuba (La Habana, 2009: Instituto Cubano de Investigación Cultural “Juan Marinello”).
[3] Es necesario aclarar que las autoras etimologizan las papeletas o entradas del Diccionario, valiéndose de dos bloques. Uno donde se pretende etimologizar utilizando obras lexicográficas de lenguas africanas, y un segundo bloque donde se recurren a textos sobre remanentes en el español de Cuba y general. El objetivo de este segundo bloque no parece muy claro.
[4] Falsa etimología o interferencia asociativa llamó Yákov Malkiel (1970) a este procedimiento.
[5] Las autoras generalmente no consignan (omiten) los acentos graves y agudos que los diccionarios de Laman y de Swartenbroeckx traen sobre sus entradas. En el caso de boma, sí los pusieron, pero equivocadamente, porque la o de bàmá ‘miedo’ se realiza como vocal grave y no aguda.
[6] Son entidades vinculadas a la muerte y comprenden varias loas que llevan los nombres de barones y capitanes: Barón Samedi, Barón-La-Croix-, Barón-Cimetière, Capitaine Zombi, Guédé-Nibo).
[7] Fuentes Guerra, Jesús/ Armin Schwegler; ver Bibliografía.