Una vez que se ha expuesto los procesos de creación y de destrucción o muerte en los «misenga» y en los «kángana», a continuación, se van a analizar cómo tienen lugar estos procesos en los «bantú»; es decir, en los seres humanos.
El proceso de creación de vida en los «bantú», llamado «burire bantú», es considerablemente más complejo que el de los «misenga» y el de los «kángana»; ya que en los «bantú», tiene lugar un proceso creativo doble: una vida biológica y una vida espiritual.
La vida biológica de los «bantú» se produce mediante la unión de dos fuerzas: una sombra humana considerada como no «inteligente» y que recibe el nombre de «nkawama bantú», y un cuerpo humano llamado «nitu bantú».
En cuanto a la vida espiritual de los «bantú», esta se produce mediante la unión de varias fuerzas entre sí: la fuerza «nfuiri» (trad. espíritu), considerada como un espíritu humano; una sombra «inteligente» llamada «nkawama ntu»; la fuerza «ntu« (trad. inteligencia), que es la del don de la inteligencia; la fuerza «ndinga”, que está considerada como la del don de la palabra y la que configura la personalidad del individuo; y un cuerpo humano llamado «nitu bantú».
Puede observarse que entre todas las fuerzas que configuran al ser «bantú», tan solo hay una que participa tanto en la vida biológica como en la vida espiritual: «nitu bantú» (trad. cuerpo humano).
Cuando se produce la muerte de los «bantú», llamada «malala bantú», estos se convierten en «nkula» (trad. muertos). El fallecimiento se produce por la separación de las dos fuerzas que configuran la vida biológica de los «bantú»: la sombra «no inteligente» o «nkawama bantú» y el cuerpo humano o «nitu bantú».
A consecuencia de la muerte, el «nitu bantú» se corrompe progresivamente hasta desaparecer por completo; y en cuanto a la fuerza «nkawama bantú» o sombra «no inteligente», esta permanece temporalmente hasta que finalmente desaparece como el «nitu bantú»; sin embargo, hay otras fuerzas que sobreviven.
En efecto, según los nganguleros, hay todo un conjunto de fuerzas de los «bantú» que sobreviven a la muerte y que configuran al «nfuiri ntoto» o espíritu difunto. El «nfuiri ntoto» está formado por la unión de las siguientes fuerzas que permanecen: «nfuiri» o espíritu, «nkawama ntu» o sombra «inteligente», y «ndinga» o don de la palabra y que además configura la personalidad.
Hablando sobre los «bantú» y los «nfuiri ntoto», un reconocido tata nganga declaró lo siguiente:
«Para nosotros los nganguleros, tanto el ser humano como los difuntos, son seres compuestos. El ser humano cuando nace, experimenta un doble proceso de creación de vida: un proceso al que yo llamo «natural» o «material» (biológico) y un proceso de carácter espiritual. La muerte es un agente disociativo, pues lo separa todo, y en el caso de los humanos, no podía ser una excepción, ya que separa el cuerpo material («nitu bantú») de la «sombra tonta» («nkawama bantú»), que es la sombra «no inteligente».
“… Al espíritu difunto hay que considerarle como un nuevo ser. Sí, un nuevo ser que está compuesto de varias fuerzas: el espíritu («nfuiri»), la «inteligencia» («ntu»), el poder de la palabra y la personalidad del individuo («ndinga»), y finalmente la sombra «inteligente» («nkawama ntu»).
Al difunto lo llamamos «nfuiri ntoto», que quiere decir literalmente que «el espíritu está firme sobre el suelo o la tierra» ya que, cuando la persona vivía, este espíritu o «nfuiri», carecía de una verdadera definición y no se le tenía en cuenta».
Puede considerarse que en esta información ofrecida están todos los conceptos expuestos; sin embargo, hay algo más. Para los nganguleros, el espíritu de la persona que está viva (fuerza «nfuiri») tiene el alcance de un concepto abstracto, es una fuerza a la que verdaderamente no se le tiene en cuenta; sin embargo, adquiere una gran importancia en el momento en que la persona fallece, esto es, cuando se ha convertido en un nuevo ser; un «nfuiri ntoto».