Bakisi de Cabinda
Bakisi de Cabinda

Bakisi de Cabinda

MPANGI: hija adoptiva de LUSUNZI. Su hábitat era unas rocas que estaban en la ladera del antiguo Puerto Rico. Era junto a Lusunzi Nkisi-Nxi de esas tierras, del tipo Kinda. Las personas solían no acercarse al lugar por respeto y miedo. Sin embargo, este sitio fue destruido para la construcción del Palacio del Gobierno de Cabinda, y sus piedras fueron utilizadas en las obras de esa edificación, que aún se conserva. Debido a esta «destrucción», Mpangi y Lusunzi dejaron las tierras de Ngoio. Lusunzi fue para S. Thomas y Mpangi para Buali la antigua capital del reino de Loango. Sin embargo, aun hoy ambos Nkisi siguen teniendo influencia en la región de Cabinda.

Con esto Martins, nos viene a reafirmar algo que es común en poblaciones nómadas, como los fueron los bantúes durante muchos siglos. Los bakisi se trasladan de lugar, como si de personas se tratasen. Aunque en realidad sus “asientos” sean fallas terrestres, grandes piedras o arboles antiguos, por muchas razones pueden mudarse de estos “sitios mágicos” utilizados como habitáculos. Y su nueva morada no tiene que ser igual a la anterior, e incluso puede ser que no conserve ninguna de sus características. Si un Nkisi habita un árbol y este es derribado por una tormenta, esta “divinidad” pasara a habitar otro árbol, una piedra o una encrucijada sin ninguna contradicción. Así de adaptado es el pensamiento místico bakongo.

Mbaki-Lukola-LiMpangi; Mundala-Mpangi; Lukika-LiMpangi: Todos estos según refiere Joaquim Martins, habitan junto al río Lukola. Kinkinda y Kilili, en la aldea de Muanda. Kimpukulo y Kinsunda, por varias regiones.

Note el lector, que en todo los casos Martins se refiere a Nkisi locales, es decir, que el culto era propio de una región especifica dentro del territorio de Cabinda (esta condición se mantiene hoy día). Y esto es importante para comprender que en una aldea existía al menos un  Nkisi público, o por  todos conocidos, sin menoscabo de los Nkisi familiares que pudieran existir, pero al menos uno debería ser público ya que de ello dependía la supervivencia de las tradiciones, un gran número de actos sociales, y hasta la reputación del poblado. Aun en la actualidad existen famosos poblados por ser buenos “hacedores de lluvia” o “curadores de la tierra” y esta virtud es atribuida al “buen” nkisi que poseen, y como es lógico al nganga nkisi que lo manipula.

Pero pongamos otros ejemplos:

VUÁ-LUSANGA: En la aldea de Kakata. Este Nkisi-Nxi vivía en un árbol de nombre Nunga-Nsende que se encontraba en un pequeño bosque junto a la casa del Soba (jefe administrativo y político dentro de la estructura bakongo). Allí se encontraba también otro Nkisi-Nxi de nombre KlUNGU-MPATI quien tenía su habitad en dos árboles que crecían entrelazados  como si de un hombre y una mujer se tratasen.

KIVUMA: Era el Nkisi-Nxi del pueblo de Lusiese. Su habitad era un piedra que se encontraba en un bosque cercano a la aldea y decían de él que era “un pedazo de estrella caída del cielo en un día de tormenta”. ¡Quizás un meteorito! Pero en todo caso una piedra.

TULA-KITUNZI: Habitaba en una Ceiba junto al lago del mismo nombre, la Ceiba estaba pintada de rojo, blanco y amarillo.

NKULU: habitaba un pequeño rio de nombre NKULU MUANA NTELA (lo que significa Nkulu, hijo de Ntela).

MBUKU: Nkisi-Nxi de la aldea de Kinguinguili. Residía en un árbol de Mafuma que se encontraba en medio de un pequeño bosque. Estaba pintado, hasta la altura de un hombre, con colores rojo y blanco. Las mujeres no se le podían acercar y eran los hombres quien mantenía limpio el sitio.

NHOKO-NDOMBE: el Nkisi-Nxi de Banda-Sanvi, tenía su hábitat en el árbol de nombre MBULU (Árbol del Pan) en el medio de un pequeño bosque.

Hasta aquí, esta pequeña muestra es suficiente para entender que en la mayoría de los casos los bakisi, habita en arboles y piedras donde la intervención del hombre no se ha hecho patente, él solo actúa para “atrapar” la espiritualidad de Nkisi, nombrarlo, y darle culto con ofrendas.

Esto recuerda como muy tempranamente en Cuba los primeros bakongo consagraron, Ceibas Jagüey, Palmas, Framboyanes, ríos, lagunas y grandes piedras etc., a sus bakisi y no fue hasta el surgimiento de la enganga, (prenda o fundamento) tal y como la conocemos hoy día, que esta formulación del culto cayó en desuso. Aunque es bien sabido que sobre todo en la periferia de La Habana, en los nsó-nganga más antiguos, nunca falta un árbol sagrado en el patio, pero definitivamente esta práctica es casi inexistente hoy día. De aquí parte la idea de que la enganga afrocubana no puede vivir dentro de las casa, sino que tiene que estar en contacto con la tierra, principio fundamental del culto bakisi, la armonía y conexión de las espiritualidades de la tierra (Bakinda). También la tierra “adsorbe las vibraciones” de las fuerzas numen que el nganga nkisi trabaja y que le pueden ser adversas. Y por último fue por necesidad y no por obligación, que la enganga término estando dentro de nuestros apartamentos o casa, seguramente hubiese preferido quedarse a la sombra de  un mango centenario, que encaramada a un 5° piso.

Para que los Nkisi-Nxi como ya he relatado en otras ocasiones, reconozcan un lugar como habitad se hace indispensable que sea un entorno natural, sin o con la mínima intervención del ser humano. Y les pongo por ejemplo, el caso de un Tata que siembra una Ceiba para allí ofrendar a sus bakisi, para cualquiera de nosotros sería un hecho normal, para el bantú esto sería un sacrilegio, ya que ellos consideran que el hombre no tiene potestad para escoger el lugar de nacimiento de la Ceiba, donde va a habitar un Nkisi-Nxi, sino que esta tienen que nacer por la voluntad de los elementos de la naturaleza, o de lo contrario carece de “gracia”, y por supuesto no sería un habitáculo idóneo para un Nkisi. Pero ortodoxia aparte, siempre es mejor tener el árbol, que no tenerlo, por lo que muchos lo siembran y según me explican amigos angolanos “convencen al Nkisi con ofrendas para que se olvide de ese detalle”.

Otra de las conclusiones a que nos lleva esta lectura, es referente a las unganga afrocubanas. Si entendemos que la unganga es el habitáculo de un Nkisi, es decir, el entorno natural donde esa espiritualidad se manifiesta, y por eso tiene palos, tierra, pájaros, insectos etc., que es todo lo que habita en ese medio, y que tanto en África como en Cuba dotan al Nkisi de propiedades y poderes análogos. Entendemos entonces que esto no tiene por qué ser una formula fija. Y ha esto quería llegar. NO existe en los cultos bakongo, ni EXISTIO nunca en Cuba (hasta el siglo XX) una definición elaborada de “carga o componentes” para construir la unganga. Me explico, (o lo intento). Primero hay que entender que la unganga como tal, surge en Cuba por la necesitad de crear un recipiente con ciertas características, que fuera idóneo para ser habitáculo o materializar a la “divinidad” Nzazi, Kalunga, etc., y si estas “divinidades” habitaban en un entorno natural, con determinados arboles, y todo el habitad animal que en ellos se desarrolla, no necesariamente tendrían que tener las mismas especies vegetales o animal todas ellas. Las formulas elaboradas surgen con el sincretismo de las tradiciones bakongo con las yorubas, y se comienzan a identificar las “divinidades” congas con los orishas, es en este momento donde se le otorga a cada Nkisi determinada plantas, herramientas, numerología, colores etc., análogas con los orishas. Fue un invento criollo estereotipar el culto a los Nkisi. Porque si bien es cierto que existen elementos comunes entre Nkisi del mismo género, también lo es que pueden cambiar otros elementos en dependencia de la región donde se veneran.