En las ceremonias de Palo Mayombe
Una vez que los asistentes al ritual de Palo Mayombe han «comulgado», prosiguen los toques de tambor y las danzas rituales en honor de la «nganga» o de los difuntos que han sido homenajeados con el sacrificio. Como los espíritus están plenamente satisfechos con el sacrificio, los nganguleros consideran muy normal el que éstos deseen manifestarse entre los asistentes.
A través de la «posesión» mística, los espíritus difuntos pueden, según los nganguleros, manifestarse con libertad, hacer predicciones advertir sobre posibles peligros y contratiempos, curar a los enfermos, dar buenos consejos y enseñanzas, o desarrollar cualquier actividad propia de ellos. Por otra parte, también suelen realizar «pactos», que consisten por ejemplo: «si tú me das una botella de aguardiente de caña y siete tabacos, hago que te asciendan en el trabajo».
El sacrificio ritual de animales a la «nganga» o a los espíritus difuntos constituye uno de los rituales religiosos más importantes del Palo Monte Mayombe. Las víctimas animales ofrendadas y la «comunión» mística de los nganguleros, son elementos culturales cuya finalidad esencial es la de establecer una conexión entre los espíritus y los nganguleros del «nsó-nganga». Las invocaciones («mboba»), la música («mínwí» o «nganganfuto»), los cantos («mambos»), los toques de tambor («mboba-ngoma» o «kókele mampaso-ngoma»), el sonido de los instrumentos, la danza («kina-kuame») ritual, y el lenguaje simbólico de las «firmas», provocan la liberación de las fuerzas cósmicas que acuden a las ofrendas de los nganguleros.
Además de la «posesión» de los espíritus a través de los médiums o «criados-prenda», el «taita-nganga» o la «mama-nganga» oficiante puede proceder al ejercicio de la adivinación y a la búsqueda de soluciones a todos los males presentes y futuros mediante su comunicación con los espíritus a través de los «chamalongo», la «mpaka-nganga», las cuatro cortezas de coco o la pólvora («fula»). La forma de arder la pólvora, o bien, la forma de caer en el suelo los «chamalongo» o las cortezas de coco («ndúngui»), constituyen un código de lenguaje.
Al final del ritual, el oficiante le da las gracias a la «nganga» o a los espíritus difuntos por haber recibido satisfactoriamente las ofrendas y haberse manifestado en el «nsó-nganga»! y le pide a Nsambia (Dios) su bendición para ellos. «Nsambia akutara nfuiri-ntoto» (trad. que Dios bendiga a los espíritus difuntos), solicitándole además que les permita seguir actuando en su función de espíritus protectores.
Luego, el oficiante se dirige a la «nganga» o a los espíritus que han recibido el sacrificio ritual de los animales y les pregunta si ya puede «cerrar» (finalizar el ritual religioso). Si la respuesta es negativa, se interpreta como que algún espíritu que no se ha manifestado desea hacerlo para comunicar algo a los asistentes o a una persona en particular. Una vez que el espíritu se ha manifestado y realizado cuanto quería, nuevamente el oficiante preguntará si ya puede «cerrar»; y esta operación deberá hacerse cuantas veces sea preciso hasta que la respuesta sea afirmativa. Por otra parte, en el caso de que la respuesta sea afirmativa, todos los asistentes deberán «despojarse» (purificarse) e ir saliendo del «nsó-nganga», siendo el oficiante el último en «despojarse», y por ello se dice que es «la persona que cierra»; es decir, quien inicia y quien finaliza el ritual religioso.