El Gran Dios
El Gran Dios

El Gran Dios

La personalidad divina de Mwari

Otro elemento que nos ayuda a caracterizar más claramente la personalidad divina de Mwari es que este llamado «Gran Dios» carece de cosmogonía. Ningún shona es capaz de explicar su sistema cosmogónico, simplemente porque no existe. Todos los mitos recolectados aluden a un mundo que ya ha devenido en existencia. Sin embargo, hay algunas leyendas que explican cómo los espíritus del clan vinieron a la vida. Y otra vez llegamos al mismo punto, es decir, al mhondoro, como máxima figura en el credo de este pueblo bantú. Si nos preguntamos qué papel juega el Dios Supremo en la vida diaria de esta gente, la respuesta sería: ninguno -no nos referimos a los han sido convertidos a las religiones protestantes o al catolicismo, que ya son mucho-. Mwari está muy remoto para ocuparse de las necesidades cotidianas de las personas. Al respecto, Michael Bourdillon apunta:

Al igual que muchos pueblos africanos, los shona creen en un Gran Dios remoto […] Ellos raramente hablan sobre el Ser Supremo y en casi todo el país shona no se hace el menor intento de comunicarse con él, ni de provocar su acción mediante invocación o algún ritual […] Las creencias tradicionales no tienen una clara idea sobre la naturaleza del Gran Dios ni sobre su relevancia en el origen del mundo […] Mitos y leyendas sobre Mwari son muy raros, ciertamente menos comunes y menos conocidos que los que existen sobre los espíritus-leones [mhondoro]. Mwari no fue nunca un hombre y nadie lo ha visto nunca. (Bourdillon, 1982: 266-267)

Otros autores también insisten en la no asociación de la Suprema Divinidad con los problemas materiales y espirituales de los pueblos bantú, así como de la carencia de una cosmogonía y la falta de un sistema hagiográfico:

Raluvhimba es la misteriosa deidad monoteísta de los BaVenda, la que ha sido identificada con Mwari, el dios shona que hace sus revelaciones en Mbvumela, cerca de la colina de Matopo [. ] La palabra luvhimba significa «águila», el ave que planea en lo alto […] Por lo demás, la concepción total [de este dios] es bastante vaga, especialmente para el hombre ordinario, quien tiende con más frecuencia a asociar su bienestar e infortunio a la acción de sus ancestros. (Stayt, 1968: 230)

Al ser preguntado al respecto un alumno zimbabuense (de la etnia venda) me respondió: «Para nosotros Mwari es un mudzimu». Es decir, para este informante, no hay diferencia entre el Gran Dios y un espíritu ancestral. Parece que el término Raluvhimba no goza de gran aceptación en la ribera norte del Limpopo. Sobre algunas etnias sudafricanas nos informa W. D. Hammond:

Uno de los hechos más sorprendentes de los sistemas de creencias tradicionales es la ausencia de lo que pudiéramos llamar teología. Hay poca especulación sobre la vida después de la muerte, y, sin embargo todos los grupos [se refiere a los etnolingüísticos sudafricanos nguni, sotho-tswana, venda, tsonga y los ndebele del Transvaal] tienen algún tipo de mito sobre la creación -muy exiguo, por cierto- y con él, cierta concepción de un creador, quien le dio existencia al universo. Él es nombrado y el acto de la creación ha sido descrito, pero ahí todo el asunto concluye. Él es deus otiosus y no se preocupa mucho por los asuntos de su creación. Él es raramente evocado, si acaso lo es, por sus criaturas, y no constituye un factor importante en el sistema religioso. («A system of beliefs», en Hammond.Took [ed.], 1974: 319)

Esto ha sido considerado por los estudiosos de los sistemas de creencias sincréticos de Cuba, Regla de Palo Monte y Regla de Ocha, aunque esta última no es de origen bantú. Sobre la primera tenemos esta referencia de Miguel Barnet:

A Sambia no se le rinde culto, perdón a Nzambi o Sambiampungo – nunca se sabe cómo quedar bien con las definiciones tan variadas de los congos-, ni se le ofrenda nada, ni se le da de comer. Él vive en lo abstracto, lejano e imperturbable. (Barnet, 1983: 225).