«Quitar la mano al muerto»
«Quitar la mano al muerto»

«Quitar la mano al muerto»

El rito llamado quitar la mano al muerto consiste fundamentalmente en averiguar cuál es el «camino» (destino) concreto de cada uno de los instrumentos u objetos rituales que el difunto poseía cuando vivía, especialmente sus «ngangas», collares protectores y «resguardos» (amuletos).

Para quitar la mano al muerto es preciso el ir preguntando a cada uno de estos objetos cuál es su destino concreto al morir su «amo». Las posibilidades son cuatro:

  • Pasar en «herencia» a alguna persona de forma directa.
  • Ser enterrado junto al cadáver de su dueño en el cementerio.
  • «Coger camino» definitivamente; es decir, ser llevado o enterrado en un lugar determinado y dejarlo abandonado para siempre, ya que se supone que ha cumplido su destino una vez muerto su «amo». Dicho lugar era elegido por el propio objeto; por ejemplo: el río, el mar, la montaña, una encrucijada de caminos, junto a un árbol sagrado, o cualquier otro lugar.
  • «Coger camino» temporalmente; lo cual consiste en que dicho objeto sea llevado o enterrado en un lugar concreto durante un tiempo determinado por el propio objeto ritual. Una vez pasado este tiempo, varios nganguleros deberán ir a buscarlo y entregarlo como «herencia» al nuevo «amo» que dicho objeto haya designado como «heredero».

Existen objetos que se consideraban como intransferibles y que por ello deben de ser destruidos, como: los vasos o las copas y el mantel de la «bóveda espiritual», y los «wuangankise» o «kimbúngula», que eran los collares protectores que poseía el difunto.

Los nganguleros consideran que el ritual de quitar la mano al muerto es uno de los más importantes, ya que creen que si no se realiza conforme establece la tradición, el difunto no tendría paz y permanecería cerca de dichos objetos rituales hasta que definitivamente tuvieran un nuevo «amo». Esta es la razón por la que el rito se llama «quitar la mano al muerto»; y Juan Alfonso Álvarez lo explica así:

«El quitar la mano al muerto se hace para desprender al difunto de la posesión de todos sus objetos sagrados; de este modo, se «libera» por así decirlo de todos estos objetos que tanto amó en vida, pero que ya no los necesita en su nueva etapa como «nfuiri-ntoto» o difunto».