Del Nkondo africano a la Ceiba cubana
El árbol de la Ceiba que conocemos en Latinoamérica y el Caribe es una variedad de la familia de las malváceas la misma del baobab africano (Adansonia digitata).
Para los habitantes de los pueblos ba-kongo el Nkondo (baobab) es un árbol sagrado de suma importancia ello se debe principalmente a sus características tanto físicas como botánicas.
Todo árbol (incluso especie animal o mineral) debe su importancia ritual a su uso o propiedad, esto es por lo general una regla que se aplica en el Universo Bantú para conocer el significado o naturaleza de las cosas, el nkondo es endémico en las áreas semiáridas y al poseer la capacidad de almacenar agua (de aquí que le llamen árbol botella) aspecto que resulta de mucha utilidad, además de ello, de su corteza se extrae fibra vegetal para tejidos que son muy resistentes e impermeables. Otro de sus usos son el fruto, de su pulpa blanca mezclada con agua se fabrica una bebida refrescante que puede llegar a ser sustitutiva de la leche materna por su rica variedad en nutrientes (de aquí que le llame también árbol madre). De sus semillas se extrae un aceite comestible que se utiliza entre otras cosas, para hidratar a piel, cicatrizante y para los curiosos, se dice que frotado en los genitales masculinos, los hace crecer y además le proporciona una enorme potencia sexual. Sus hojas son comestibles, y la savia de su tronco tiene propiedades abortivas. Esto es un pequeño resumen de sus usos cotidianos y por lo dicho se entiende que ocupa un lugar importante en la vida de los pueblos bakongo.
Pero cuáles son es su importancia mágicas, primeramente hay que definir dos cosas. En su habitad es un árbol que sobresale por encima de los otros (llega a medir hasta 30 metros), y eso en la mentalidad bantú se traduce en “fuente de poder” por su cercanía a lo más alto, predomina sobre los demás árboles de su entorno por esta razón esta mágicamente emparentado con el Nkisi Mbumba y se le relacione con la realeza y el poder de los gobernantes.
Es común en el África bakongo ver a practicantes de las religiones tradicionales depositar ofrendas entre sus raíces superficiales en busca de “poder” y “riqueza” en los árboles más altos y vigorosos, por un razonamiento simple, desde su cima domina su entorno y al ser humano se le hace difícil el acceso, como le es difícil acceder a esa posición social o bienes materiales al individuo. Una vez mas aplican el Principio de Semejanza.
Otro aspecto es su longevidad (aun no se sabe cuánto viven) pueden llegar a ver pasar decenas de siglos, y esa antigüedad le da un poder ancestral lo que le convierte en nkulu (antepasado). Una condición mágica muy especial.
Por ser un árbol donde la “vibración” de ba-kulo (antepasados) y ba-kisi (fuerzas numen) se hacen patente, es lugar de reposo para los nkisi y ba-kulu que en su sombra reponen fuerzas y se vitalizan y entran en comunicación con los bantú (seres humanos).
Una de las características del nkondo es su persistencia a la vida, si lo cortas veras como renace del tronco caído, cualquiera de sus partes retoña, con lo cual su Mpungo (propiedad o función) es prácticamente indestructible. Y por ultimo su tronco en muy ancho y hueco a cierta edad con lo que es propio para el habitad de animales y humanos ¿Por qué no lo seria para los espíritus? Ese es el razonamiento simple de bantú.
Bajo su sombras se celebran asambleas comunitarias (al amparo de la tradición) se imparte la ley o simplemente se reza. Entre sus raíces se depositan las “medicinas sagradas” que animan a los Ba-kisi, la mayoría de ellos llevan hojas trituradas como ingrediente, porque ellos consideran que es un elemento esencial para darles el poder de la “doble visión” de igual forma es indispensable lavar al iniciado con la sabia viscosa que producen sus flores y hojas cuando se restriegan y ungirlo con el aceite de sus semillas trituradas, son dos ingredientes básicos en los ritos de iniciación tradicionales.