A veces, incluso la obviedad y el sentido común se ignora o se reinterpreta siguiendo a según qué interés de los Mercaderes de Fe que pululan en la jungla folclórica de la Regla del Palo Monte contemporánea. Y me disculpan si soy muy crudo en esta realidad.
La Regla de Palo Monte en cualquiera de sus “variantes” o “ramas” es afrocubana y es en Cuba donde está su historia, sus raíces genealógicas y espirituales, no puede existir ningún nsó-nganga o casa templo fuera de Cuba sin que exista una conexión primaria con uno afrocubano, ya sea en el pueblo más remoto de la isla o en el solar más destartalado de la Habana Vieja, no puede existir una nganga, prenda, o fundamento, o como quieran llamarle, sin un pedacito de esa historia afrocubana que enlace los rezos, mambos y vibración espirituales con nuestros antepasados mayomberos, briyumberos o kimbiseros, etc.
No puede hacerse una ceremonia de rayamiento y considerarse validad, ya sean tatas, yayas o ngueyos sin invocar la bendición y licencias de esos antepasados fundadores de cualquier “rama” o “variante” de la Regla de Palo Monte y esa potestad solo se adquiere si existe esa conexión primaria, en cualquier forma pero inexorablemente obligatoria, de no existir simplemente no es Regla de Palo Monte y aunque la llamen así y lo practique como si fuera Regla de Palo Monte, NO lo es, aunque hayan usurpados nombres afrocubanos de nsó-nganga, de nganga o de antepasados para darles visos de legitimidad a sus “chiringuitos espirituales” es una nueva religión, sí nueva, porque Palo Monte NO es.
Por toda Cuba aún existen mayores e incluso religiosos jóvenes muy serios herederos de las potestades y licencias que su condición de guardianes de la tradición de la Regla de Palo Monte le otorgan sus iniciaciones, existen nsó-nganga por toda la geografía de la isla que aún conservan potestades y autoridad sobre las formas y modos del quehacer religiosos de todos sus descendientes. Algún día más temprano que tarde la verdad saldrá a la luz y dice un refrán que cuando la verdad llega la mentira sale corriendo.
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