El vocablo cimarrón (Plu. Cimarrones) se aplicó, al inicio, al ganado de cuerno y cerda que se reprodujo extraordinariamente hacia el tercer cuarto de siglo xvi en Cuba. Los primeros proliferaron en las anchurosas sabanas cubanas, y los segundos, en las elevaciones selváticas, de cuya caza, sacrificio y aprovechamiento de cuero y carne, se basó la economía isleña y con posterioridad, el contrabando.
También se conoce por cimarrones a personajes muchas veces históricos, devenidos legendarios. También jíbaro. Se aplica ambos vocablos, primero, al ganado convertido en salvaje, y después, a los negros de origen africano, que durante la esclavitud escapaban de sus amos y se internaban en las espesuras de bosques y montañas, así como en cavernas, donde a menudo formaban colectivos y familias, con cierto grado de organización y jerarquías. A estos grupos se les denominaban palenques (en Brasil, quilombos).
Las leyendas y la literatura cubanas recogen historias y anécdotas de célebres cimarrones. Las leyendas sobre los héroes y patriotas cubanos están jalonadas de varios términos genéricos, de aparición consecutiva en la historia nacional. Los primeros: indígenas rebeldes, eran llamados caníbales o caribes, en los escritos que los conquistadores españoles dirigían a la Corona para justificar su esclavitud, entre los que se destacaron Hatuey, Guamá y Caciguaya. Con posterioridad, durante la conquista del país en todo el primer tercio del siglo XVI, los negros africanos escapados de la esclavitud fueron llamados peyorativamente jíbaros o cimarrones, a lo largo de todo el período colonial.
Dos siglos después, los criollos y otros rebeldes del campo insurgente contra el yugo colonial, recibieron la denominación despectiva de mambises (de mambí, en singular, término que quedó así, a pesar de las reglas gramaticales). Los mambises comandados por Antonio Maceo, durante los primeros años de la guerra de 1868 -1878, buscaron instintivamente los antiguos palenques de los cimarrones, en los profundos bosques y los transformaron en hospitales, talleres y viviendas. José Luciano Franco llama al palenque «refugio secular de la libertad en la isla», y puede considerarse como valiosa contribución de los cimarrones a la guerra separatista. Casi 100 años después, este último vocablo se transformaría en «bandidos», «rebeldes» o «barbudos», según fueran citados por la tiranía o el pueblo solidario, al tratar acerca de los guerrilleros «alzados» en las montañas orientales de la isla, hasta 1959. Así se puede ver la evolución histórica del término cimarrón, convertido en el mambí del siglo XIX, y por último, en el rebelde o guerrillero del siglo XX.