El Kutuguango de la creación
El Kutuguango de la creación

El Kutuguango de la creación

Un practicante palero de la provincia de Matanzas (Cuba), cuyo nombre ritual es Nganga Briyumba Lucero Vira Mundo, me permitió copiar de su «libreta» este mito antropogónico que explica por qué Nzambi (Dios Supremo de los bakongo y de los paleros cubanos) se separa de sus criaturas:

Nzambi creó un pareja de cada clase de animal, mbizi za sangi (animales salvajes) y mbizi za twila (animales domésticos), incluyendo a Yakara, el hombre, y a Nkento, la mujer y se los llevó a vivir con él muna zulu, en el cielo, donde todos gozaban de felicidad y armonía, ya que los conflictos entre Mbote, El Bien y Mbi, El Mal, eran aún desconocidos. Nzambi acostumbraba a bajar frecuentemente kuna ntoto, a la tierra, en busca de alimento para todos sus mwana (hijos), los seres creados. Después de recoger la comida, se fue para Nzadi (El Gran Río) donde tomó las ofrendas sagradas y entre ellas los bikwa bilongo, los ñames a él consagrados. Utilizando a Nkuni a Nzambi, la ceiba, como escala el Gran Dios subió al cielo y entregándoles la comida a sus hijos, les dijo:

—Muna zulu hay muchísima comida. Pueden comer de todo, menos de estos ñames que reservo para mí.

Y como estaba muy cansado se acostó a dormir.

Ni los animales, ni la primera pareja humana pudieron resistir la tentación. Vino Ngombe koko (el toro) y se comió un ñame. Vino Ngombe nkento (la vaca) y se comió otro. Luego Mbwa koko y Mbwa nkento (el perro y la perra), Nkombo koko y Nkombo nkento (el chivo y la chiva), Nsusu koko y Nsuso nkento (el gallo y la gallina) y tras ellos cada uno de los demás animales hicieron lo mismo. Finalmente, sólo quedaba un ñame de buen aspecto y tentador. El hombre se acercó al caldero donde Nzambi había cocinado sus viandas antes de acostarse, y dijo:

—Este ñame se ve suculento. ¡Qué sabroso debe estar! Pero no debo comerlo, es la comida sagrada de Nzambi a Mpungo.

La mujer, entonces, le dijo:

—Si los animales lo comieron y no les ha pasado nada, nosotros también podemos cogerlo. Adelante, vamos a compartir ese ñame entre los dos. Nzambi puede ir después a la tierra y buscar más para él.

Así lo hicieron y ambos se comieron el último de los ñames.

Nzambi se despertó muerto de hambre y cuando fue a comer sus bikwa bilongo (ñames sagrados) se dio cuenta que los animales y la pareja humana ya lo habían consumido. Esto lo encolerizó y dijo:

—Bantu bawonso bafwete zitisa Nzambi a Mpungu (todas las personas tienen que respetar a Dios).

Por lo tanto, los expulsó a todos de muna zulu. Y desde el cielo les gritó:

—A partir de ahora vivirán en la tierra, arriba ntoto, con Mpasi (El Dolor), Kisalu (El trabajo), Mayela (La Enfermedad) y Lufwa (La Muerte). Yo me separaré de ustedes.

Desde entonces Nzambi es un dios ocioso y, para contar con él, las criaturas tienen que dirigirse a sus intermediarios: los mpungu, santos, y los mfumbe [<kik. mvumvi], espíritus de los muertos.

Aparte de la explicación de la causa de la «jubilación» del Ser Supremo, en este mito pueden observarse tres componentes de indudable filiación cristiana: (1) el pecado original producto de una desobediencia, por lo tanto, las criaturas expulsadas del muna zulu (Paraíso Mayombe) tienen que morir; (2) la presencia del fruto sagrado (en este caso, la «vianda sagrada»); (3) la mujer como elemento provocador de la tentación (Nkento, la Eva Mayombe). Pero, al mismo tiempo, resulta interesante la cantidad de voces y expresiones en kikongo que contiene este mito. Lo que puede remitir a cierta antigüedad afrocubana, o quizás, sea una evidencia de que la leyenda haya sido «creada» en el Bajo Congo durante o después de la evangelización, y posteriormente recreada en suelo cubano.[1]

[1]Un mito de similar factura, pero desprovisto de las voces y expresiones en lengua kikongo, aparece en Castellanos/ Castellanos (1992: 176).