La deidad del Rayo (parte I)
Dentro de los sistemas de creencia bantú los fenómenos atmosféricos como el rayo, el arcoíris, las nubes, la lluvia u otros, están por lo general asociados a manifestación visible de energías invisibles que se concretizan en sus “deidades”.
Estas deidades se desarrollan en cuatro ámbitos o dimensiones que pueden ser: Simbi (cuando son de agua), Kinda (cuando son de tierra), Kita (cuando son de fuego,) o Mbumba (cuando son de aire), según la clasificación del Dr. Albert Doutreloux (antropólogo francés que estudio con profusión la cultura Yombe en su obra: L’ombre des fétiches, Société et culture yombe). Sin embargo esta clasificación presenta variaciones con respecto a su definición y empleo en otros pueblos diferentes a los Yombe, mismo que sean Bakongo, por ejemplo: entre los Vili de la región de Loango los Simbi son seres espirituales de tierra y energéticos y no de agua como lo son entre sus vecinos Yombe, mas sin embargo, la diferencia en los términos no difieren en su significado.
En sí mismo estos fenómenos son considerados “fuerzas numen” con personalidad y accionar propio que pueden ejecutar castigos a los transgresores de los tabúes, intervenir de forma autónoma para transformar la vida de los seres humanos, animales, plantas, minerales etc., y su actividad no necesitan de la intervención del nganga nkisi (sacerdote).
El termino nzazi en lengua kikongo significa literalmente rayo y es además una “deidad” asociada al rayo entendiendo este como la descarga de electricidad en sí misma unida al trueno que es el sonido que produce, al relámpago que es la luz que desprende y a la tempestad que es el ámbito donde se expresa y por supuesto al fuego.
Esta diferenciación es necesaria para un estudio profundo de la personalidad, atributos y “poderes mágicos” de este “Nkisi Banene” (trad. lit. Gran “deidad”) cada una de estas “formas de materialización” dota a la “divinidad” de características singulares en el accionar de su “universo mágico”. Está íntimamente relacionado con Kalunga (dimensión mágica del mundo de lo “no vivo”) y más concretamente a mpemba (mundo de los seres difuntos). Él ejecuta las sentencias sumarias por su temperamento violento y contundente. Es dueño de ciertas aves rapaces como el Águila Culebrera (Dryotriorchis spectabilis) de cuyas plumas se hacen dardos dotados de “poder” para prevenir los ataques de los kindoki (comedores de almas) y sus tripas son usadas luego de disecadas para “atar mágicamente” a los oponentes. También del leopardo (Panthera pardus) cuyas partes (piel, garras, dientes y carne) eran privilegio de los Nfumu (jefes) tocarlas, usarlas como ornamento e incluso utilizarlos para la magia o comerlas, este animal es a veces usado como representación mágica del propio Nkisi como también algunos tipos de serpientes. Dueño del color rojo por su carga de violencia implícita y del blanco por su vinculación a los espíritus (mpemba). Asimismo de los sonidos estridentes, de la maraca (simbolismo de la lluvia) y actúa además en el ámbito del pensamiento, las ideas y los sueños.
Antiguamente los nganga nkisi que se emplean en exclusiva a sus ritos y eran conocedores de sus misterios, eran preparados durante al menos tres años antes de poder dedicarse a manipular esta “deidad”. En tiempos pasados esta preparación era dada por otros sacerdotes que pertenecían a su “sociedad secreta” hoy en día esto ya no es tan riguroso. La hipótesis sobre el origen de esta “deidad” en Cuba parte de la copiosa cantidad de esclavos que desde el epicentro de este culto en el siglo XVIII y principio del XIX el pueblo congolés de kinzazi, fueron llevados a la isla, aunque obviamente su culto es de tiempos más remotos. Extrañamente con el aumento significativo de la trata negrera en la segunda mitad del siglo XVIII y primera del XIX este culto disminuyó en África….
Continuara…
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