YIMBI
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YIMBI

La personalidad vibratoria del Mayombe: médium o caballo

Para no reescribir lo que está escrito y muy bien explicado, reproduzco lo que Lydia Cabrera con tanto esmero plasmo en su obra El Monte sobre el yimbi. Haciendo a penas algunas acotaciones necesarias, que la autora no refleja en su obra y que dan un poco más de claridad a este asunto.

El yimbi un personaje indispensable en cualquier juego de palo monte, cumple un rol esencial en la práctica ya que sin su presencia no podemos considerar que estamos ante un juego de palo.

Lydia Cabrera expresa lo que es yimbi de la siguiente forma introductoria:

“…Pero antes de continuar, un paréntesis para que sepa el lector que desconozca a Cuba, que ‘^subirle el santo» a uno o «bajarle el santo» o «estar montado» por el santo, «caer con santo», venir el santo a cabeza, se llama aquí a este fenómeno viejo como la humanidad, conocido en todos los tiempos y por todos los pueblos, que ocurre incesantemente en el nuestro, y que consiste en que un espíritu o una divinidad tome posesión del cuerpo de un sujeto y actúe y se comporte como si fuese su dueño verdadero, el tiempo que dura su permanencia en él. De ahí que a la persona que es objeto de la intromisión habitual de un Santo, en cualquier Regla, se le llame «caballo» o «cabeza de santo». Yimbí, kombofalo nganga gombe, gando, perro, vasallo, criado o cabeza de nganga, le llaman en Regla conga a los que pasan por el mismo trance. El santo, (y el fumbi de los mayomberos) desaloja, valga la expresión, reemplaza al Yo del «caballo». Empleando las mismas palabras de los negros, «el santo baja para montar su caballo», se mete dentro de éste, y «ese hombre o esa mujer que le entra Santo, ya no es quién es: es el santo mismo». «Lo agarró santo», «lo tumbó», «lo cogió»… «Está con santo». Tiene santo…”

Más adelante la autora vuelve a hacer referencia a este personaje cunado nos dice:

“…El yimbi no ve con sus propios ojos, que permanecen cerrados todo el tiempo que dura la posesión, «mira por atrás, desde el cogote, donde asienta ndoki». Por esto se le acerca el espejo a la base del cráneo para que el espíritu vea las imágenes que aparezcan en éste y dé cuenta de lo que ve…”

Luego explica la autora:

«Las hojas de la ceiba son el mejor despojo para la cabeza del yimbi novicio, si no lo corona o monta Zarabanda o Madre-Agua».

“…Sea la nganga, pues, cristiana o judía, el «perro» o «criado», -el médium, – no es más que el portavoz del muerto, del nkita o del mpúngu, que se apodera de su cuerpo, habla por su boca y ejecuta por sus manos; y como son consultados en todo caso de enfermedad por los ahijados y creyentes que frecuentan la casa de un padre mayombe, kimbisa o villumba, veremos muy a menudo al yimbi, en funciones, emplear el poder de la ceiba y obtener con ella curaciones radicales…”

Además, agrega:

«…La ceiba que atrae como un imán a los muertos -insiste-, le da lucidez al yimbi…”

Y por último nos muestra una imagen hablada de un yimbi en acción:

“…El Yimbi sostiene en un mano este mpaka, de toro o de chivo, que es amuleto y talismán, y al igual que la kinsegueré, (la tibia) atrae a el «guía», al espíritu, al yimbi o médium y le indica lo que tiene que hacer…”

Para concluir les transcribo la opinión que tenía mi taita sobre lo que es un yimbi recogida en mi novela El Mundo de los Brujos de la que extraigo el siguiente texto:

“…Hacer de yimbi es una condición indispensable para todo brujo. Ese acto de poder, por sí mismo, te convierte en mayombero. Ahora hay a quienes no les da ni agua con azúcar y se dicen brujos. Y hasta quienes pretenden ser brujos por moda. Aquí en vueltabajo, en mi época, se hacía como yo te hice a ti, te jalaban y montado con el fulano prestado te iniciaban. ¡Así lo hacemos en mayombe! Un verdadero brujo tiene que pasar por esa experiencia, si no, no sirve para nada. Por eso uno tiene que conseguir a alguien que le quiera enseñar, cosa difícil y delicada en este mundo…”

Un comentario

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